Regnum Christi México

La familia, una prueba de madurez

Regnum Christi
El lugar favorito de Dios para hacernos madurar es nuestra familia.

El lugar favorito de Dios para hacernos madurar es nuestra familia.

Por Maleni Grider

No es bueno que el hombre esté solo. 
Génesis 2:18

Dos hermanas y un hermano. Esa fue mi porción en la vida. Ellos son una bendición para mí. Juntos pasamos tiempos difíciles, tiempos felices, y también momentos en los que creíamos detestarnos. Pero al crecer fuimos comprendiendo que nadie en el mundo nos amaba más que nuestra propia familia. Aprendimos no sólo a sobrellevarnos sino a comprendernos y amarnos.

El lugar favorito de Dios para hacernos madurar es nuestra familia. No hay razón para creer que Dios va a utilizar un método diferente y exclusivo con nosotros. Esa ha sido su ordenanza y aquellos que se rebelen contra ella tendrán que sufrir las consecuencias en su propia vida.

Jesús, siendo niño, se quedó en el templo predicando durante la Pascua, mientras sus padres lo buscaban desesperadamente. Cuando José y María lo encontraron, Él no se opuso a sus decisiones ni se rebeló contra ellos. Por el contrario, dice la Biblia que “regresó con sus padres a Nazareth, y vivió en obediencia a ellos”. (v. 51).

Si el mismo Hijo de Dios vivió sujeto y en obediencia a su familia, ¿por qué creemos que podemos rechazar a la familia que Dios nos dio? Es interesante leer el siguiente versículo al final, en el mismo capítulo 2 del evangelio de Lucas: “Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en el favor de Dios y de toda la gente” (v. 52) Mientras obedecía y crecía en edad, Jesús obtenía sabiduría, además del favor de Dios. También la demás gente lo amaba, Él se ganó el respeto y la aprobación de aquellos que lo rodeaban.

Existe un tiempo de maduración para todos nosotros. Y la voluntad de Dios fue que no estuviéramos solos, pues no es bueno para nosotros. Él creó a la familia como el núcleo donde podemos sentirnos protegidos, donde podemos pertenecer, crear una identidad propia, desarrollar nuestras habilidades sociales, aprender a tolerar y amar a otros, así como aprender a amar y obedecer a Dios por sobre todas las cosas.

La familia es el primer lugar donde podemos realizar nuestro servicio a Dios. ¿Alguna vez has conocido a alguien que parece ser una persona extraordinaria adondequiera que va, amable con todos, servicial, pero quien al llegar a casa se transforma y se convierte en un ser indeseable o temible?

Esto contradice los deseos de Dios. Él quiso que aprendiéramos a convivir y a resolver conflictos, e incluso a servir y ayudar a otros en sus dificultades. ¿Los primeros? Nuestra familia. Si no podemos pasar esta prueba, tampoco podemos aspirar a tener éxito en otros ámbitos. El mejor regalo que Dios puede darnos es, sin duda, una familia. Pero muchos usan a su familia como una excusa para justificar su fracaso. Culpan a ésta por todo lo malo que les ha pasado, por ser incapaces de resolver sus problemas, por no apoyarlos lo necesario, y deciden rechazar, odiar o abandonar a su familia. Pero no hay otro lugar en el mundo más seguro, ni más feliz ni más satisfactorio.

Todos deberíamos luchar por nuestra familia, junto a ella, pues ese es el primer esfuerzo y la primera prueba de madurez que debemos ofrecer al Señor, tal como lo hizo Cristo. La sabiduría proviene del temor y la obediencia a Dios, y a las autoridades que Él ha establecido para guiarnos, contenernos y disciplinarnos.

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