Regnum Christi México

Mujeres al servicio del mundo

Regnum Christi

Afrontemos con ahínco y caridad las tareas que por gracia y voluntad de Dios nos han sido confiadas.

Por Yuliana Navarrete

El Papa Francisco ha repetido en varias ocasiones su postura respecto al papel de las mujeres en la humanidad, y desde luego en la vida de la propia iglesia católica, pero más allá de emitir un discurso para dignificar a la mujer en el mundo, el Papa ha dado significado a sus palabras con acciones concretas, al situar a muchas mujeres en una posición de alta responsabilidad al interior de la Iglesia.

La hermana Luiza Premoli, Misionera Comboniana, miembro de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; Paloma García Ovejero, española y actual subdirectora de la Sala de Prensa de la Santa Sede y  Barbara Jatta; romana de 54 años,  quien es la primera mujer directora de los Museos Vaticanos, representan una muestra de la confianza que el Papa tiene puesta no sólo en ellas, sino en las mujeres de todo el mundo. Sus nombramientos en cargos tan preponderantes en nuestra Iglesia, son demostración de la fe del Papa hacia las mujeres. Y si el propio Papa ha delegado en ellas tan sublime misión, es porque en las mujeres existen valores profesionales, humanos, y espirituales.

Para los miembros de toda la iglesia, conviene reconocer que las acciones del Santo Padre representan un gesto para admitir el talante generoso de las mujeres. A las mujeres, corresponde darle importancia a estos nombramientos que no sólo el Papa, sino muchos obispos y sacerdotes en todo el mundo, han conferido a cientos de  mujeres, al ponerlas en puestos de gran importancia: institutos religiosos, escuelas, misiones, parroquias, nunciaturas, obispados, albergues, etc.

El empoderamiento -entendido como posicionamiento amoroso y responsable-,  de la mujer en espacios públicos y administrativos en nuestra Iglesia son un signo de envergadura, y conlleva de parte de todas estas mujeres, un alto grado de compromiso que necesariamente debe ser tomado corresponsablemente.

Es propio, que las mujeres que actualmente desempeñan un puesto público, no sólo al interior de la Iglesia, sino en todos los ámbitos de la sociedad, valoren que en la raíz del “cargo” se haya la senda de la responsabilidad, en la que están fuertemente arraigadas la formación y la búsqueda de una espiritualidad permanente.

La formación, porque en dichos ministerios es necesaria la profesionalización en funciones y la capacitación del medio en que se desenvuelven, para estar a la altura de las circunstancias y exigencias de nuestro tiempo.

Y búsqueda de la espiritualidad, porque vivimos en un mundo invadido por la superficialidad que se sustrae en un consumismo voraz, típico de las sociedades capitalistas. Una mujer que no afronta con valor su propia espiritualidad puede desvirtuar su liderazgo, convirtiendo su  posición privilegiada, en un elemento de frivolidad y autoreconocimiento, y corre el riesgo de olvidar por completo la vocación a la que por Jesús estamos llamados.

Los dones que Dios concedió a las mujeres deben ser puestos al servicio del mundo entero y sobre todo, de los más desprotegidos y vulnerables. Si como mujeres no lo hiciéramos así, estaríamos condenándonos a nosotras mismas a un mundo vacío y superfluo carente por completo del amor de Dios. Por ello, afrontemos con ahínco y caridad aquellas tareas que por gracia y voluntad de Dios nos han sido confiadas.

16 mayo 2024
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