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Corona de Adviento en familia

Regnum Christi
Te compartimos aquí una guía para encender la Corona de Adviento en familia.
[vc_row][vc_column][vc_column_text]Te compartimos aquí una guía para encender la Corona de Adviento en familia.[/vc_column_text][vc_empty_space][vc_tta_tabs][vc_tta_section title=”Primer domingo de Adviento” tab_id=”1638110067061-7801e504-6d63″][vc_column_text]Inicio:
Ministro o jefe de familia: Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Respuesta:Que hizo el cielo y la tierra.

Monición:
Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza.
El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona, debe significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad.

Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la Sagrada Escritura. Sugerencia:
Rm 13,11b-12: Ya es hora que despierten del sueño, pues la salud está ahora más cerca que cuando abrazamos la fe. La noche va pasando, el día está encima, desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz.

Luego el ministro, si es Presbítero o Diácono, con las manos extendidas o si es Laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:
Oremos.
La tierra, Señor, se alegra en estos días,
y tu Iglesia desborda de gozo
ante tu Hijo, el Señor,
que se avecina como luz esplendorosa,
para iluminar a los que yacemos en las tinieblas
de la ignorancia, del dolor y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida,
tu pueblo ha preparado esta corona
con ramos del bosque
y la ha adornado con luces.
Ahora, pues, que vamos a empezar
el tiempo de preparación
para la venida de tu Hijo,
te pedimos, Señor,
que mientras se acrecienta cada día
el esplendor de esta corona, con nuevas luces,
a nosotros nos ilumines
con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo,
iluminará todas las oscuridades.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Un miembro de la familia enciende el primer cirio, mientras se entona el canto:
RENUÉVAME
Renuévame, Señor Jesús,
ya no quiero ser igual.
Renuévame, Señor Jesús,
pon en mí tu corazón.
Porque todo lo que hay dentro de mí,
necesita ser cambiado, Señor.
Porque todo lo que hay dentro de mi corazón
necesita más de ti.
(2 veces)

Luego se reza el  Padre nuestro.

Si el ministro es Presbítero o Diácono da la bendición a los presentes. Si el ministro es Laico, concluye:
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

Se entona el canto:
RENUÉVAME[/vc_column_text][/vc_tta_section][vc_tta_section title=”Segundo domingo de Adviento” tab_id=”1638110067094-c77fa980-b3c0″][vc_column_text]Se entona el canto:
PIENSA EN MARIA
Cuando te sientas solo y sin amor.
Cuando te sea difícil ser mejor.
Cuando te sientas triste en tu interior
y necesites más que comprensión.
No te preocupes que solo no estás,
alguien contigo y de tu mano va.
Alguien que no te soltará jamás.
Cierra tus ojos y abre el corazón
con una oración.
Piensa en la Virgen María, es la madre que nos cuida
Siempre que tú se lo pidas a Jesús le contará de ti
Junta tus manos y dile que ella es tu gran amiga
Dile con una gran sonrisa que cada día la quieres más
Como la Virgen María, no hay otra igual.
Dios diseñó desde la eternidad
cómo quería que fuera su mamá.
El alma más limpia Él le quiso dar,
se la llenó de ternura y generosidad.
Entre tus brazos te puedes poner
y junto a ella nada has de temer.
Una madre más buena no podrías tener.
En buenas y malas se mantuvo fiel
tu ejemplo debe ser.
Piensa en la Virgen…

Monición:
Nos reunimos como familia para encender el segundo cirio de la corona, que significa nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad.

Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la Sagrada Escritura. Sugerencia:
Is 45,8: Cielos, destilen el rocío, nubes, derramen al Justo: ábrase la tierra y brote la salvación, y con ella germine la justicia.

Un miembro de la familia enciende el primer y segundo cirio, mientras se entona el canto:
PIENSA EN MARIA

El ministro o Jefe de familia dice la oración.
Oremos.
Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando, florece el desierto. La humanidad entera se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne. Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven Salvador!

Luego se reza el  Padre nuestro.

Si el ministro es Presbítero o Diácono da la bendición a los presentes. Si el ministro es Laico, concluye:
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

Se entona el canto:
PIENSA EN MARIA[/vc_column_text][/vc_tta_section][vc_tta_section title=”Tercer domingo de Adviento” tab_id=”1638110380769-bfb306b3-8355″][vc_column_text]Se entona el canto:
ALEGRES DE CORAZÓN
Alegres de corazón
Llenos de esperanza
Venimos hasta Belén
Para ver a Jesús
Vuelen campanas
Que ya está aquí el Niño Dios
Los ángeles del cielo
Bailan de contentos
Que sepa el mundo
Entero que Dios llegó
(2 VECES)

Monición:
Nos reunimos como familia para encender el tercer cirio de la corona, que significa nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad.

Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la Sagrada Escritura. Sugerencia:
Is 45,8: Estén siempre alegres en el Señor. Otra vez se los digo: Estén alegres. Que su bondad sea conocida de todos. El Señor está cerca.

Un miembro de la familia enciende el primer, segundo y tercer cirio, mientras se entona el canto:
ALEGRES DE CORAZÓN

El ministro o Jefe de familia dice la oración:
Oremos.
En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar. Preparen sus caminos, porque ya se acerca. Adornen su alma, como una novia se engalana el día de su boda. Ya llega el mensajero, Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz. Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos!, ¡envuélvenos en tu luz, anímanos en tu amor!.

Luego se reza el  Padre nuestro.

Si el ministro es Presbítero o Diácono da la bendición a los presentes. Si el ministro es Laico, concluye:
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

Se entona el canto:
ALEGRES DE CORAZÓN[/vc_column_text][/vc_tta_section][vc_tta_section title=”Cuarto domingo de Adviento” tab_id=”1638110402971-bd208e52-cdf7″][vc_column_text]Se entona el canto:
DIOS ESTÁ AQUÍ
Dios está aquí,
tan cierto como el aire que respiro
Tan cierto como la mañana se levanta el sol
Tan cierto como yo te hablo y me puedes oír
Dios está en mí,
tan cierto como el aire que respiro
tan cierto como la mañana se levanta el sol
Tan cierto como que este canto lo puedes oír.

Monición:
Como familia nos disponemos a salir al encuentro de Aquel que viene a buscarnos y a Quien buscamos con gran entusiasmo.

Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la Sagrada Escritura. Sugerencia:
Is 11,1-3a: Saldrá un renuevo del tronco de Jesé y de su raíz brotará un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor.

Un miembro de la familia enciende el primer, segundo, tercero y cuarto cirio, mientras se entona el canto:
DIOS ESTÁ AQUÍ

El ministro o Jefe de familia dice la oración:
Oremos.
Al encender estas cuatro velas, en el último domingo, pensamos en Ella, la Virgen que con gran amor te llevó en su seno y que podemos llamar Madre. Nadie te esperó con más ansia, con más ternura, con más amor. Nadie te recibió con más alegría. Te sembraste en ella como el grano de trigo se siembra en el surco. En sus brazos encontraste la cuna más hermosa. También nosotros queremos prepararnos así: en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven a salvarnos!

Luego se Reza el Padre nuestro.

Si el ministro es Presbítero o Diácono da la bendición a los presentes. Si el ministro es Laico, concluye:
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

Se entona el canto:
DIOS ESTÁ AQUÍ[/vc_column_text][/vc_tta_section][/vc_tta_tabs][/vc_column][/vc_row]

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