Su testimonio es un canto de gratitud, una historia viva del paso de Dios por su familia, su corazón y cientos de niños que fueron evangelizados a través de este apostolado.
Gaby, casada desde hace 25 años y madre de tres hijos, es abogada de profesión, pero su vocación como formadora floreció al conocer el Regnum Christi a través del colegio de sus hijos. “Yo estaba muy activa en mi parroquia, pero cuando mis hijos llegaron al Colegio Irlandés, descubrí algo distinto… el Reino”, relata.
Rápidamente se sumó al Club NET como guía, y al poco tiempo fue invitada a dirigir el apostolado. “Dije que sí sin saber lo que se venía… pero cuando uno dice que sí a Dios, Él se encarga del resto”, comenta entre sonrisas.
Durante más de una década, Gaby acompañó con alegría y constancia a cientos de niños, sembrando en sus corazones las semillas del amor a Dios. Con su equipo de guías, organizó dinámicas, festivales, horas santas y convivencias que dejaban huella.
“A veces terminabas drenada de energía… y a los tres días ya te preguntaban cuándo había otra sesión”, cuenta. “¿Cómo le dices que no a un niño que busca a Dios?”
Su enfoque como directora fue siempre el de evangelizar a través de la experiencia, tocando el corazón de los niños en sus juegos, emociones y vivencias cotidianas. “Esos momentos en los que te dicen ‘me acordé de lo que dijiste y ayudé a un compañero’, son los que hacen todo el esfuerzo valer la pena”.
Para Gaby, NET no solo evangeliza a los niños, también transforma familias enteras. Ella promovió actividades donde padres e hijos compartían la fe: cenas madre-hijo, rallies de papás e hijos, talleres con la Virgen y muchas otras. “Era hermoso cuando un papá te decía: ‘No sabía a qué venía mi hijo, pero ahora quiero hacer tiempo para estar con él’. Eso es el Reino”.
Además, vio con orgullo cómo varios de sus antiguos capitanes se convirtieron en jóvenes comprometidos, colaboradores, profesionales con valores firmes y, en algunos casos, incluso padres de familia que ahora quieren que sus hijos vivan NET.
Aunque recientemente concluyó su ciclo como directora, Gaby sigue vinculada al apostolado. Su hija menor, Daniela, está por iniciar Forzza y ella se mantiene cerca, lista para acompañar desde donde Dios la necesite.
Con lágrimas en los ojos, Gaby comparte que se siente plenamente agradecida. “NET me eligió, o más bien, Dios me eligió a través de NET. Me hizo sentir especial, amada y útil para su Reino. Me voy con el corazón lleno… ¡más de lo que pude dar!”
Su historia no es solo la de una directora. Es la de una mujer que dijo sí a Dios y permitió que su “pequeño sí” tocara decenas de corazones. Es la historia de una madre, una esposa y una hija de la Iglesia que supo poner a Cristo en el centro.
