El 31 de mayo de 2025, solemnidad de la Visitación de la Virgen María, el cielo tocó la tierra en la Catedral de San Juan de los Lagos. En un ambiente profundamente espiritual y mariano, fue ordenado sacerdote el P. Javier de Jesús Castellanos, L.C., por la imposición de manos y la oración de consagración de Mons. Raúl Gómez González, Arzobispo de Toluca.

Este hijo de Capilla de Guadalupe, Jalisco, fue consagrado a Dios para siempre en el ministerio sacerdotal. Un nuevo pastor, un nuevo Cristo en medio de su pueblo.

En su homilía, Mons. Gómez recordó que Jesús, el único Sumo y Eterno Sacerdote, ha querido compartir su sacerdocio con algunos hombres, elegidos de entre el pueblo, para continuar su misión de salvación. Dirigiéndose al nuevo presbítero, le dijo:
“Javier, tú has sido elegido para ser pastor, como el Buen Pastor. Un pastor cercano, misionero, que viva con el corazón en Dios y los pies en medio de su pueblo”.
Mons. Raúl Gómez González.
El Arzobispo habló de las cuatro cercanías esenciales que configuran al sacerdote según el Papa Francisco: con Dios, con la Iglesia, con los presbíteros y con los fieles. La primera y más importante, recalcó, es la cercanía con Dios en la oración y la Eucaristía.
“Un sacerdote que no ora, poco a poco va apagando el fuego del Espíritu. Pero tú, Javier, has experimentado desde joven la cercanía de Dios: en tu familia, en tu comunidad religiosa, y en tu camino vocacional”.
Mons. Raúl Gómez González
El momento culminante fue el rito de ordenación. El diácono Javier se postró rostro en tierra mientras toda la asamblea imploraba la intercesión de los santos. El gesto expresaba lo más profundo del sacerdocio: la entrega total.

Luego, con la imposición de manos y la plegaria de consagración, el Espíritu Santo transformó su alma para siempre. Ungido con el santo crisma, recibió los ornamentos sagrados y fue acogido con el abrazo de paz por sus hermanos sacerdotes.

Ese día, el cielo regaló a la Iglesia un nuevo “alter Christus”, configurado a Jesús para amar, servir y dar la vida.

Un detalle lleno de ternura marcó el final de la celebración: el mismo obispo que lo ordenó sacerdote había sido quien lo bautizó. Una historia de gracia que muestra cómo Dios entrelaza los hilos de la vida para llevar a plenitud su llamado.

El P. Javier de Jesús Castellanos, L.C., repartió la comunión con manos recién ungidas, en un acto que simboliza la plenitud del don recibido. Como sacerdote, su misión será ahora anunciar el Evangelio, reconciliar al mundo con Dios, y partir el Pan de Vida a su pueblo.
Con la mirada puesta en Cristo crucificado, y el corazón encendido por su amor, Javier inicia su ministerio con una única intención: “tener el corazón de Cristo y mantenerme unido a Él en la cruz”.
Álbum del evento.
Video del evento.