La solemne ceremonia fue presidida por Monseñor Jaime Calderón Calderón, Arzobispo de León, y contó con la presencia de numerosos Legionarios de Cristo, miembros laicos del Regnum Christi, familias, amigos y alumnos de los Centros Vocacionales de León y Ciudad de México, quienes con sus cantos y entusiasmo dieron un marco de oración y fiesta a esta celebración.

Originario de Tomatlán, Veracruz, el H. Jordán Sixto se une a una larga tradición de vocaciones en su tierra natal, llevando consigo el deseo de servir a Cristo y a su Iglesia con un corazón entregado. Por su parte, el H. Luis Eduardo, leonés de nacimiento, abrazó este llamado en su propia tierra, siendo testigo del fruto que el Señor da cuando encuentra corazones dispuestos.

En su homilía, Monseñor Calderón recordó que el diaconado es ante todo un llamado al servicio, configurando la vida del diácono con Cristo siervo. Les exhortó a vivir con la certeza de tener un Padre cercano, que los ama incondicionalmente, y a ser, en todo momento, signos visibles de ese amor para el pueblo de Dios:
“Nunca se sientan solos, porque Dios está ahí. Él es el Dios cercano, que camina con ustedes. Su consagración tiene como centro la paternidad de Dios y la filiación que les impulsa a entregar su vida al servicio de los demás, especialmente de los más necesitados.”
El Arzobispo los animó a permanecer fieles a la verdad de Cristo, dejando que la Palabra se haga vida y misión, y a huir de todo egoísmo que impida la realización del Reino de Dios.

Durante el rito, los dos hermanos legionarios respondieron con un firme “Sí, quiero” a cada una de las promesas: vivir el celibato por el Reino, proclamar la fe con palabra y obra, conservar el espíritu de oración y servir con humildad y amor como colaboradores del orden sacerdotal.
Con la imposición de manos y la oración consagratoria, recibieron la gracia del Espíritu Santo para desempeñar su ministerio con un estilo de vida evangélico, solicitud por los pobres y enfermos, y una pureza y alegría que reflejen a Cristo.
Al final de la Misa, el P. Xavier Castro, L.C., dirigió unas palabras de gratitud: a Dios, por el don de estos nuevos diáconos; a Monseñor Calderón, por su cercanía y servicio; y, de manera especial, a las familias de Luis Eduardo y Jordán, “pues sin su sí generoso este don de Dios no sería posible. Todo lo que sembraron en sus hijos, ahí está: un gran fruto.”

La bendición final incluyó una súplica para que estos nuevos ministros vivan con celo apostólico, ardor misionero y sean en el mundo ministros de la unidad y la paz.
Con su ordenación diaconal, el H. Luis Eduardo y el H. Jordán dan un paso más hacia el sacerdocio, confirmando su deseo de gastar su vida por Cristo y por las almas. La familia Regnum Christi se une en oración para que este sí se mantenga firme y fecundo, y para que, a través de sus manos, su palabra y su ejemplo, muchos puedan encontrarse con el amor de Dios.