Consideramos la caridad como la virtud reina y el sello de autenticidad de toda vida cristiana. Ella nos invita a la donación universal y delicada al prójimo, la servicialidad ingeniosa y abnegada, el trato bondadoso y sencillo, la misericordia con la debilidad de las personas, el hablar bien de los demás, el perdón y la reconciliación.
