Regnum Christi México

Comamos para vivir, no vivamos para comer.

Regnum Christi
Quizás estamos pidiendo a Dios salud cuando nosotros mismos estamos dañando nuestro cuerpo con nuestras malas elecciones alimentarias de todos los días.

Quizás estamos pidiendo a Dios salud cuando nosotros mismos estamos dañando nuestro cuerpo con nuestras malas elecciones alimentarias de todos los días.

Por Maleni Grider

Antes de que cierres esta reflexión sin leerla, te invito a una nueva revisión de este viejo y gastado tema: nuevos hábitos para el año que comienza. La razón de esta invitación es que creo que se ha hablado mucho de dietas, salud y cambio de hábitos, desde un punto de vista superficial y pragmático.

Si bien, la salud es la prioridad de cualquier esfuerzo por cambiar de hábitos, hay mucho más que decir respecto de comer de manera incorrecta. Ya sea que comamos demasiado, o de manera compulsiva, en forma desbalanceada o definitivamente tóxica, comer demasiado o comer muy poco es un problema digno de atención.

Como ya sabemos, los índices de obesidad, sobrepeso, enfermedades y adicción a los alimentos chatarra han ido en aumento año tras año, década tras década. Parece ser que la llamada globalización y los tratados de comercio internacional también expandieron todos esos problemas y los convirtieron en una realidad mundial.

Aunque tenemos una pirámide alimentaria desde 1970, con actualizaciones en 1992, 2005 y 2011 por Estados Unidos, los hábitos alimentarios del planeta han empeorado en las últimas décadas, de tal modo que la obesidad se ha considerado como una pandemia. En 2017, la Organización Mundial de la Salud declaró: “La obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial, y cada año mueren, como mínimo, 2,8 millones de personas a causa de la obesidad o sobrepeso. Aunque anteriormente se consideraba un problema confinado a los países de altos ingresos, en la actualidad la obesidad también es prevalente en los países de ingresos bajos y medianos”.

Podemos decir que esta crisis alimentaria se produjo porque tenemos al alcance de la mano todo tipo de comida y nuestro ritmo de vida es demasiado acelerado, pero lo que hay que destacar es que la mayoría de los alimentos y presentaciones disponibles son adictivas. De modo que, si bien podemos abstenernos de drogas, alcohol o tabaco, nos es muy difícil renunciar a todo tipo de comida chatarra, industrializada, congelada o empaquetada.

No es que sea imposible abstenernos, sino que hemos desarrollado adicciones a muchísimos alimentos y, sin darnos cuenta, o sin querer aceptarlo, estamos intoxicados. Nuestro nivel de adicción es avanzado y nuestra salud lo resiente. Por eso, es importantísimo detenernos a pensar, ¿cuáles son nuestras adicciones? ¿Qué alimentos nos esclavizan? ¿El azúcar, las grasas, la comida rápida, las bebidas gaseosas, los carbohidratos, la cafeína? ¿O acaso es la cantidad lo que nos somete?

Dios nos dio un cuerpo para vivir esta vida, pero siendo Él el Creador nuestros cuerpos le pertenecen. ¿Qué clase de templo le estamos presentando al Espíritu Santo que nos habita? Quizás estamos pidiendo a Dios salud cuando nosotros mismos estamos dañando nuestro cuerpo con nuestras malas elecciones alimentarias de todos los días. Se requiere de un acto de honestidad para poder determinar los cambios que debemos hacer en nuestra dieta, nuestra rutina de ejercicios, nuestro ritmo de vida y sus niveles de estrés.

No sabemos cuán adictos somos a algo sino hasta que intentamos prescindir de ello. Pero el esfuerzo vale la pena. Se trata de una desintoxicación permanente que traerá como fruto una nueva estructura básica alimentaria y un cuerpo sano. Por consiguiente, también nuestra vida espiritual se verá beneficiada, pues empezaremos a vivir y a comer como Dios quiere que lo hagamos. Regresaremos al origen, a los alimentos primarios, los únicos que son necesarios para mantenernos vivos y saludables. Ya no sentiremos culpa sino que estaremos en paz con nuestro Creador.

Comamos para vivir, y no vivamos para comer. El problema con la sobrealimentación es que necesitamos comer para vivir, y comer mal o de más no es considerado como un vicio destructivo, al menos no sino hasta que se presenta una obesidad explícita o una enfermedad relacionada al sobrepeso, la mala alimentación o el estrés. Por ello, más nos valdría empezar a reconocer que corregir nuestros hábitos y elecciones alimentarios es la mejor solución, y es lo que más rápidamente nos curará de la mayoría de nuestras enfermedades y dolencias físicas.

¡Que Dios nos ayude a desarrollar una voluntad firme, un autocontrol constante y un deseo de por vida por cuidar nuestros cuerpos y elevar nuestro espíritu!

16 mayo 2024
CIDEM Amecameca
21 mayo 2024
Varios (MX, ES, USA, Europa)
21 mayo 2024
Varios (MX, ES, USA, Europa)

Recibe todo sobre el Regnum Christi en tu correo.

Scroll al inicio