Regnum Christi México

Dos amantes en Brooksville

Regnum Christi

Dos son más fuertes que uno. Y dice la Biblia: “cordón de tres dobleces”, porque son él, ella y Dios.

Por Maleni Grider

Más valen dos que uno solo, pues obtienen mayor ganancia de su esfuerzo. Pues si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo que cae!, que no tiene quien lo levante. Si dos se acuestan, tienen calor; pero el solo ¿cómo se calentará? Si atacan a uno, los dos harán frente. La cuerda de tres hilos no es fácil de romper.
Eclesiastés 4:9-12

Cuando nos conocimos, inmediatamente supimos que seríamos marido y mujer. A las seis semanas de pasar tiempo juntos, él me dio un anillo y me pidió ser su esposa. Acepté sin ninguna duda. Por supuesto que estábamos enamorados profundamente, pero esa no era la única razón de nuestra seguridad. Una conexión a nivel no sólo emocional sino espiritual nos unió de manera eterna desde el primer día.

Pero no crean que nos casamos inmediatamente, por supuesto que esperamos más tiempo… Mmm, unos diez meses… ¡ups! Puede sonar precipitado, y en cierta forma lo fue, tomando en cuenta que tuve que cambiar de residencia a otro país. Pero cuando es el Espíritu de Dios quien confirma tus emociones y decisiones, la paz embarga cada uno de los momentos. Existe un nivel más alto que el terrenal, donde dos espíritus pueden conectarse y entrar en comunión con Dios para recibir su guía y su bendición.

Mi esposo y yo nunca dudamos de nuestro éxito juntos. Sabíamos que Dios tenía un propósito y un plan para nuestro matrimonio. Ya les he comentado que, por la gracia de Dios, somos una familia reconstituida y restaurada, Él nos dio otra oportunidad para formar un bello hogar con nuestros cinco hijos. El hecho de que Cristo sea el centro de nuestra vida, nuestro matrimonio y nuestra familia, ha logrado hacer de esta relación algo duradero y permanente, con grandes dosis de felicidad y algunos momentos difíciles.

La fe que tenemos en Jesús no lo ha hecho fácil, pero lo ha hecho posible. El amor verdadero, hemos aprendido, es el que perdona todas las ofensas. Cuando hay un disgusto, del tamaño que sea, tomamos distancia para orar a solas, por unas horas, o incluso por unos días, y luego volvemos a reunirnos, ya con las emociones en orden, para hablar de nuestra experiencia.

Lo sorprendente es que siempre llegamos a la misma conclusión: nos hemos arrepentido, buscamos a Dios desesperadamente, no queremos perder nuestro matrimonio por ninguna razón, y luchamos con las armas de la fe por restablecer nuestros lazos de amor, nuestros votos mutuos y nuestro convenio con el Señor. Es decir, nos arrodillamos frente a Él y le pedimos que nos siga incrementando en estatura, madurez, sabiduría, paciencia, constancia, dedicación, sacrificio, humildad y lealtad, para poder desempeñarnos dignamente como marido y mujer, y también como padres.

¿Retos? Muchísimos. ¿Ataques del mundo de las tinieblas? A menudo. ¿Circunstancias adversas? Puedo darles una lista. Pero dos son más fuertes que uno. Y dice la Biblia: “cordón de tres dobleces”, porque son él, ella y Dios. Una relación indestructible cuando hay consagración, veneración al Creador y adoración diaria a la persona de Jesús y del Espíritu Santo.

Pero, ¿qué significa perdonar? Significa comprender que los errores del otro no son mayores ni peores que los míos; otorgar gracia, igual que Jesús nos dio de su gracia para que podamos ser perdonados; significa no castigar al otro, no desquitarse, no juzgar su pasado ni su debilidad presente; significa tolerar los errores, olvidar las ofensas, apoyar cuando el otro cae de agotamiento o está sintiéndose derrotado; significa entrar al terreno de fuego por el otro; significa sacrificar nuestro ego y no buscar el propio bien sino el del otro; significa “no importa lo que hayas dicho o hecho en la pelea, decido seguir amándote y levantando nuestro matrimonio por encima de los conflictos”; significa orar por el otro y pedirle a Dios su bendición sobre el cónyuge.

En los años que llevamos juntos, Dios ha hecho milagros, y el más grande de todos ellos es que nos ha llevado a comprender que la forma de orar por nuestro esposo/a no es “Padre, por favor, cambia a mi pareja, ayúdalo a ver lo que no ve, haz que se arrepienta y ajusta cuentas con él”, sino “Señor, te ruego que cambies mi corazón, me des gracia delante de mi pareja y me enseñes a amarlo de la manera como tú me amas a mí, perdona mis pecados y bendice a mi pareja en todas las formas posibles para que Tú seas su prioridad siempre y podamos amarnos como tú nos lo ordenaste, y como prometimos frente a ti y la sociedad”.

Cerca de Spring Hill, Florida, la ciudad en la que actualmente residimos, se encuentra la bella ciudad de Brooksville, un lugar boscoso pero cálido en el que abundan los lugares históricos, tiendas de antigüedades, un pequeño downtown, tomates verdes fritos, venta de miel de abeja, casas antiguas, coffee-shops, y gente provinciana. Nos encanta visitar este lugar. Cuando caminamos por sus calles, tomados de la mano, sentimos la presencia de Dios en nuestra vida y sabemos que somos dos amantes que envejecerán juntos y verán la eternidad. El amor es más fuerte que la vida, más poderoso que la muerte, y no tiene fin. Porque Dios es amor, es eterno, y vive en nuestros corazones.

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