Regnum Christi México

Puedes hacer Hora Eucarística en Getsemaní

Regnum Christi

Cuando uno hace una Hora Eucarística acude espiritualmente al huerto donde Jesús sudó sangre al ver lo que experimentaría en sus próximas horas: su Pasión y Muerte, o lo que es lo mismo: la Redención del hombre.

Por Fernando de Navascués

Si algo tiene la tecnología es que ayuda a acercar a las personas. Y eso es lo que sucede con la web https://www.horasancta.org/es/Una página en la que te puedes conectar y hacer tu adoración al Santísimo en directo con la iglesia de Getsemaní, en pleno Huerto de los Olivos. La adoración puede seguirse en cuatro idiomas: español, inglés, francés e italiano, el primer jueves de mes, a las ocho y media de la tarde, hora local, y comienza con una procesión en torno al Huerto de los Olivos a la que sigue la celebración solemne de la Hora Santa en la Iglesia.

Getsemaní es el lugar en donde quizá Jesús dio la mayor lección de su vida sobre la importancia y la oportunidad de orar, y de cómo hacerlo a pesar de los dolores físicos y espirituales que experimentó.

La Hora Santa es un acto reparador, una práctica de piedad muy arraigada en la Iglesia, y que se remonta a las apariciones de Nuestro Señor a Santa Margarita María Alacoque (1647-1690), cuando nació la devoción a su Sagrado Corazón, y que, obviamente, está íntimamente relacionada con Tierra Santa, en particular con Getsemaní.

El Señor le habló a Santa Margarita María de sus sufrimientos en Getsemaní: “Aquí es donde sufrí interiormente más que en todo el resto de mi pasión, al sentirme totalmente abandonado por el cielo y la tierra, cargado con todos los pecados de los hombres… Y para unirte a mí, en la humilde oración que presentarás a mi Padre en medio de todas las angustias, te levantarás entre las once y la medianoche para postrarte durante una hora conmigo”.

Desde entonces, esa Hora Santa empezó a difundirse bajo tres aspectos que fueron señalados por la religiosa: la oración reparadora, la unión con Jesús sufriente y los gestos de humillación. En 1829 cuando nació la Cofradía de la Hora Santa de Paray-le-Monial, a la que siguieron otras en todo el mundo, entre ellas la Cofradía de la Hora Santa de Getsemaní, instituida el 6 de abril de 1933 por disposición del Custodio de Tierra Santa, precisamente en el mismo lugar donde Jesús vivió aquella Hora.

Cuando uno hace una Hora Eucarística acude espiritualmente al huerto donde Jesús sudó sangre al ver lo que experimentaría en sus próximas horas: su Pasión y Muerte, o lo que es lo mismo: la Redención del hombre. En aquel momento, Él quiso estar acompañado por sus discípulos predilectos, pero estos se durmieron y dejaron en soledad al Señor. Getsemaní recuerda este momento todos los días a los peregrinos que acuden a Tierra Santa, y esta web, por su parte, quiere ayudar a todos los cristianos del mundo a acompañar a Jesús desde cualquier parte del mundo a ofrecer una hora de reparación al Señor, aunque no tengas la posibilidad de estar presente en Jerusalén.

Se trata, por tanto, de una Hora Eucarística muy especial, capaz de ayudar a vivir la comunión en la Iglesia, a unir a los cristianos en torno al Señor allí donde se encuentren, aunque sea virtualmente, en el templo que hay en Getsemaní y que curiosamente -y no deja de ser interesante este dato- se llama “Iglesia de las naciones”, puesto que fue levantado con la ayuda de católicos de numerosos países.

Fray Diego dalla Gassa, el franciscano responsable del eremitorio de Getsemaní, comentaba en una entrevista que hacer un rato de adoración en Getsemaní “es estar con Jesús. Responder a la invitación que Él hace, ‘quedaos aquí conmigo’. Yo entro en diálogo con Él y es como si Él me dijese: ‘Mira cuánto te he amado’. Es así como nacemos, cuando somos amados”.

Este franciscano explica a todos aquellos que no están familiarizados con una Hora Santa que ésta se hace “rezando vocal o mentalmente, sin necesidad de escoger una oración concreta”, en el espíritu de compartir con Jesús ese momento: sufrir con Él, revivir su angustia, su combate, su lucha, su resistencia ante aquel amargo cáliz. Pero también “vivir con Él la alegría verdadera, la paz infinita que nace del abandono a la voluntad del Padre, en la certeza de su amor por nosotros”.

Podríamos preguntarnos qué nos aporta acompañar de vez en cuando nuestra plegaria junto a la de otros muchos cristianos de todo el mundo de forma virtual en Getsemaní. Teresa Penta, una voluntaria que vive en el eremitorio de Getsemaní para prestar servicio a los peregrinos, lo sabe bien: “Porque ‘el amor no es amado’, como decía san Francisco. Pocas personas rezan en serio y, por eso, si alguno siente su reclamo que dice ‘quedaos aquí conmigo, rezad conmigo’, es necesario que responda a esta llamada”.

 

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